viernes, 30 de diciembre de 2011

VIVIR A DESTIEMPO

Ilustración: Isabel Hojas
Si a usted se le ocurre ir a comprar un pino navideño en diciembre o si tiene la intención de buscar un traje de baño en febrero, se le digo al tiro,  mejor ni haga la prueba de solicitarlo a un vendedor de tienda porque lo más probable es que lo miren de arriba abajo con profundo desprecio. Porque los tiempos nuevos, estos tiempos en que las grandes tiendas del retail nos han robado y falsificado, han decidido que usted debe comenzar a comprar sus adornos navideños a partir de octubre, su ropa veraniega y trajes de baño en noviembre.

Han decidido que los uniformes escolares se deben adquirir en Enero, que el ambiente dieciochero debe tenerlo claro en Agosto y así suma y sigue una larga lista de fechas a las que se les ha cambiado su tiempo. Y cuando no existe una fecha consumista, se inventa algún tipo de festividad como el día del amor, de los amigos, los abuelos, el niño o se importa una fiesta extranjera tipo Halloween y se comienza la campaña ojalá uno o dos meses antes del día “especial”, es decir, todos los sentidos puestos y dirigidos en las compras, a la ansiedad por comprar, y comprar como la actividad más importante de la vida cotidiana; y antes de tiempo porque cuando llegue la fecha indicada, ya se retiró y liquidó todo, porque ya estará en venta lo que viene más adelante.

Porque en verano nos ofrecen la ropa de invierno y en invierno la de verano. “Adelanto de temporada”, le llaman. Adelanto de vida, adelanto de gasto, adelanto de compra. Me pregunto hasta cuándo seguiremos soportando esta presión inhumana e inútil por andar detrás de consumir bienes y servicios sin ningún sentido; hasta cuando le seguiremos haciendo el juego al modelo del retail que ni siquiera tiene como objetivo vender, sino otorgar crédito para que el cliente quede apernado de por vida con ellos.

Me intriga saber cuál será el límite que pondremos para vivir los tiempos que no nos corresponden, corriendo siempre tras una nueva adquisición como si la vida se nos fuera en ello, como si estuviéramos enfrentados siempre a una nueva competencia. Tengo la impresión que con este apuro y el adelanto de los tiempos, cuando llegue realmente el día que se quiera celebrar o disfrutar, se producirá una gran frustración, una sensación de gran vacío.

Por eso, yo voy a seguir insistiendo en que todo el sistema de malls y retail, además de generar mucha fealdad, malos empleos y gran contaminación a las ciudades de nuestro país, siguen haciendo el trabajo sucio de embrutecer a los ciudadanos llevándonos en una espiral de mal vivir que yo no quiero para Valparaíso.

Les pido las disculpas del caso si usted esperaba una columna de opinión acerca del complicado regreso a clases en Marzo o del sentido de regalar huevitos de chocolates en pascua de resurrección en Abril. Pero seré tozuda e implacable: quiero vivir las estaciones del año cuando corresponden, quiero celebrar mi cumpleaños el día y el mes en que nací, quiero disfrutar el presente intensamente y pensar en el futuro como una posibilidad incierta que no controlo y que nadie tiene asegurada.

No seamos giles, ser feliz es gratis y no tiene nada que ver con ir a comprar ni con armar verdaderos set televisivos de mal gusto para celebrar navidad, fiestas patrias o lo que a usted se le ocurra celebrar. Soy inmensamente feliz al sentarme en el jardín de mi casa a contemplar en silencio a los colibríes cuando llegan a chupar el néctar de la mata de salvia. Lo más probable es que la vida sea harto más simple, buena y fácil de lo que hoy nos quieren hacer creer.