Construcción abandonada de edificio en pleno museo, sobre mural |
"En el año 1969, al caminar por los
cerros de Valparaíso, tuvimos la idea de establecer un diálogo entre una
proposición absolutamente pictórica y el entorno de la ciudad, que ofrece una
riqueza especial tan peculiar y variada, con sus calles y casas encaramadas en
laderas, con sus escaleras y accesos serpenteando cerro arriba, cerro abajo,
formando toda suerte de encuentros en la vista dirigida al cielo o quebrando y
requebrando el horizonte."
Así comienza a relatar Francisco Méndez Labbé, (pintor, arquitecto, fundador
y ex-Director del Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso y gestor del Museo a Cielo Abierto del Cerro Bellavista) la historia
que dio origen al museo que hoy sobrevive a duras penas bajo toneladas de
basura, grafitis, desolación y abandono. Un museo que está a punto de
desaparecer a pesar de ser una iniciativa única, que aporta una cuota de arte y
cultura no sólo a los visitantes y turistas, sino a la vida cotidiana de sus
vecinos y a los porteños que transitan a diario por el sector. Un regalo en
donde los pasajes y callejuelas del Cerro Bellavista se convierten en un gran
lienzo donde se reproducen obras de destacados pintores nacionales de la generación
del 40 y 50 que representan un momento de gran apertura y auge del arte en
nuestro país. Pinturas convertidas en murales por estudiantes de arte de la
PUCV bajo la dirección del profesor Francisco Méndez. El lugar escogido fue
pensado emblemáticamente por estar ubicado a la altura de la Plaza Victoria,
ícono de la tradición porteña, y aparece en la mayoría de las guías turísticas
de todo el mundo como un sitio de gran interés y originalidad en Valparaíso, lo
que genera la visita permanente de turistas extranjeros y nacionales. Visitas
que se relacionan con los vecinos del sector, que preguntan, se asombran,
conversan y se maravillan frente a las pinturas y su conexión con el paisaje
urbano y humano.
Han existido algunas discusiones y polémicas en torno a si este museo
tiene un real valor artístico, si es muralismo auténtico y si vale la pena
conservarlo. Opiniones que han sido rescatadas e incluso compartidas en redes
sociales por funcionarios municipales con el interés, sin duda, de
desvalorizarlo y minimizar el impacto público de su deterioro Esta discusión, a mi parecer, se aleja
absolutamente del sentido que tiene el Museo a Cielo Abierto, a su origen y su
trascendencia. La visita al museo es una
invitación a vivir una experiencia sensorial, un recorrido por ese Valparaíso
que todos buscamos. Allí se concentra su desordenada geografía, sus vericuetos,
escaleras que llevan y no llevan a parte alguna; ahí está ese tiempo a ratos
detenido con viejas casas arriba y otras más recientes abajo, con los gatos
repartidos y displicentes por todos los tejados, con las ventanas atiborradas
de ropa tendida ondeando al viento, con ese paisaje que hace de Valparaíso ese
lugar bellamente caótico, desordenado y gregario del que todos queremos ser
parte.
Murales rayados |
La Directora de Patrimonio de la Municipalidad de Valparaíso, Paulina
Kaplán, defendió sostenidamente el proyecto de la construcción de un edificio
en pleno museo a pesar de todas las alertas que se dieron en su momento. Pero
ella aseguraba que aquí habría progreso y modernidad para el Cerro Bellavista y
que la constructora nos regalaría jardines, mejoramiento de calles y
alrededores.
Hoy nadie da la cara, tras la impunidad del dueño de la constructora se
esconden la funcionaria municipal y el alcalde. Aquí no hubo fiscalización
alguna, se dejó hacer “a la pinta” de la inmobiliaria y no hay reparación ni
restauración de lo que había antes. Y esta ya no es una discusión artística, es
una cuestión de actitud de las autoridades actuales, es una expresión clara de
la esencia de la gestión municipal extendida a todo Valparaíso:
despreocupación, basura, abandono y nula protección de nuestro patrimonio, si
es que aún se puede llamar así.
El Museo a Cielo Abierto del Cerro Bellavista es hoy la nueva “ratonera
a cielo abierto” de Valparaíso visitada con cara de asco por desilusionados
turistas y paseantes, convertido en el calvario y vergüenza de quienes estamos
allí sufriendo la vida cotidiana en un lugar que hoy apesta pero que un día nos
llenó de alegría y orgullo.