jueves, 15 de agosto de 2013

EL MUSEO A CIELO ABIERTO, LA NUEVA RATONERA DE VALPARAÍSO

Construcción abandonada de
edificio en pleno museo, sobre
mural


"En el año 1969, al caminar por los cerros de Valparaíso, tuvimos la idea de establecer un diálogo entre una proposición absolutamente pictórica y el entorno de la ciudad, que ofrece una riqueza especial tan peculiar y variada, con sus calles y casas encaramadas en laderas, con sus escaleras y accesos serpenteando cerro arriba, cerro abajo, formando toda suerte de encuentros en la vista dirigida al cielo o quebrando y requebrando el horizonte."


Así comienza a relatar Francisco Méndez Labbé, (pintor, arquitecto, fundador y ex-Director del Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y gestor del Museo a Cielo Abierto del Cerro Bellavista) la historia que dio origen al museo que hoy sobrevive a duras penas bajo toneladas de basura, grafitis, desolación y abandono. Un museo que está a punto de desaparecer a pesar de ser una iniciativa única, que aporta una cuota de arte y cultura no sólo a los visitantes y turistas, sino a la vida cotidiana de sus vecinos y a los porteños que transitan a diario por el sector. Un regalo en donde los pasajes y callejuelas del Cerro Bellavista se convierten en un gran lienzo donde se reproducen obras de destacados pintores nacionales de la generación del 40 y 50 que representan un momento de gran apertura y auge del arte en nuestro país. Pinturas convertidas en murales por estudiantes de arte de la PUCV bajo la dirección del profesor Francisco Méndez. El lugar escogido fue pensado emblemáticamente por estar ubicado a la altura de la Plaza Victoria, ícono de la tradición porteña, y aparece en la mayoría de las guías turísticas de todo el mundo como un sitio de gran interés y originalidad en Valparaíso, lo que genera la visita permanente de turistas extranjeros y nacionales. Visitas que se relacionan con los vecinos del sector, que preguntan, se asombran, conversan y se maravillan frente a las pinturas y su conexión con el paisaje urbano y humano.


Han existido algunas discusiones y polémicas en torno a si este museo tiene un real valor artístico, si es muralismo auténtico y si vale la pena conservarlo. Opiniones que han sido rescatadas e incluso compartidas en redes sociales por funcionarios municipales con el interés, sin duda, de desvalorizarlo y minimizar el impacto público de su deterioro  Esta discusión, a mi parecer, se aleja absolutamente del sentido que tiene el Museo a Cielo Abierto, a su origen y su trascendencia.  La visita al museo es una invitación a vivir una experiencia sensorial, un recorrido por ese Valparaíso que todos buscamos. Allí se concentra su desordenada geografía, sus vericuetos, escaleras que llevan y no llevan a parte alguna; ahí está ese tiempo a ratos detenido con viejas casas arriba y otras más recientes abajo, con los gatos repartidos y displicentes por todos los tejados, con las ventanas atiborradas de ropa tendida ondeando al viento, con ese paisaje que hace de Valparaíso ese lugar bellamente caótico, desordenado y gregario del que todos queremos ser parte.


Murales rayados
Hoy día, el lugar en donde se emplaza el museo está convertido en una nueva “ratonera” del puerto, luego que la municipalidad autorizara hace ya algunos años a una constructora para levantar un edificio sobre uno de los murales, el de Matilde Pérez por el Pasaje Pasteur, y el posterior abandono de las obras por parte de ésta. Lo cual ha generado en el sector un punto oscuro que parte con la clausura de este mural, cercos y cierres de la obra que se desmoronan con los meses provocando caída de escombros sobre las sendas del museo, concentración de basura y más tarde el rayado anónimo sobre la mayoría de los murales convertidos, además, en baños públicos. Construcción abandonada por más de un año en donde se refugian borrachos, ladrones y vagabundos que transformaron el hermoso entorno de callejuelas entre murales imponentes, en un lugar fétido, antiestético y completamente abandonado.


La Directora de Patrimonio de la Municipalidad de Valparaíso, Paulina Kaplán, defendió sostenidamente el proyecto de la construcción de un edificio en pleno museo a pesar de todas las alertas que se dieron en su momento. Pero ella aseguraba que aquí habría progreso y modernidad para el Cerro Bellavista y que la constructora nos regalaría jardines, mejoramiento de calles y alrededores.


Hoy nadie da la cara, tras la impunidad del dueño de la constructora se esconden la funcionaria municipal y el alcalde. Aquí no hubo fiscalización alguna, se dejó hacer “a la pinta” de la inmobiliaria y no hay reparación ni restauración de lo que había antes. Y esta ya no es una discusión artística, es una cuestión de actitud de las autoridades actuales, es una expresión clara de la esencia de la gestión municipal extendida a todo Valparaíso: despreocupación, basura, abandono y nula protección de nuestro patrimonio, si es que aún se puede llamar así.


El Museo a Cielo Abierto del Cerro Bellavista es hoy la nueva “ratonera a cielo abierto” de Valparaíso visitada con cara de asco por desilusionados turistas y paseantes, convertido en el calvario y vergüenza de quienes estamos allí sufriendo la vida cotidiana en un lugar que hoy apesta pero que un día nos llenó de alegría y orgullo.